Han pasado ya casi tres meses desde la última vez que escribí sobre Elizabeth, debí de estar viviéndola y por eso dejé un poco contar su historia. Ahora se me hace dificil retomar la línea de narración. No sé si saltearme todo lo que sucedió este último tiempo inexistente, si hacer un resumen de todo o si tomarte el tiempo de escribir en detalle el momento en que el Sr H dejó de ser tan importante, que concidió con el momento en que su madre se fue de viaje y le dejó la casa sólo para ella. No sé si escribir con detalle la forma en que se retractó respecto a su renuncia en el trabajo, que internamente sabe que algo importante murió y no la pone tan triste como imaginaba que sería. Podría relatar el nacimiento de Elizabeth como una verdadera apasionada, no por la vida, ni por el amor, sino por el arte y la interpretación. Todos los días piensa una nueva forma de expresar, de crear, de ser ella, de no ser otra persona. Aún trabaja, sí, aún trabaja y debe disfrazarse para ello. No le gusta. Trabajar sí, mentir no. Piensa que el arte puede salvarla. Tal vez sea eso eso. En un mundo que discrimina, que aparta, que juzga, con el arte ella puede continuar viviendo dentro de él y aportar algo. Elizabeth tiene esa esperanza, poder aportar algo a un mundo que posiblemente le tome mucho tiempo aprender apreciarla por quien es y por lo que sea.
(Me alejo un momento de la computadora, vuelvo a leerme, a leerla.)
Creo que ya encontré una manera posible de explicar todo lo que no conté este último tiempo, y también de adelantar el final de esta temporada, y que tenga sólo 22 entregas. Creo que es posible hacerlo con una simple presentación similar al primer capitulo de esta serie: yo, Effy, soy Elizabeth, nací en 1988, en un país llamado Israel, y vivo en otro llamado Argentina, mi segundo nombre es Mía. Algo que me gusta mucho es escriBir, y algo que no me gusta para nada es mentiR. Este 4 de abril cumplo 22 años.
FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA
ir al primer capítulo de la segunda temporada.
