La distorsión de los otros
Hoy, Entrega nº30: "LA DISTORSIÓN DE LOS OTROS"
En la temporada anterior hablaba sobre aquellos lados solitarios, esos mundos internos donde analizamos las cosas y operamos en consecuencia, y que si no decimos lo que nos pasa es fácil juzgar erroneamente a una persona. También hablé sobre la natural distorisión que existe entre quienes somos realmente y nuestra imagen, y que dicha distorsión - cuando es alimentada - es resposabilidad no de los otros sino de la persona que permite que dicha distorsión no se corrija.
¿Pero qué sucede cuando tras dos años de un fuerte trabajo por corregir este error resultan insuficientes? Y la prueba de fuego llegó, Elizabeth ya no se disfraza, no se esconde, no calla, no reprime, pero la distorsión continúa. Las personas que dicen quererla o que supuestamente deberían hacerlo, hacen una lectura de sus actos absolutamente plana. La consideran caprichosa, egoísta, inmadura, equivocada y falta de comprensión. Y esas terribles palabras se proyectan y en verdad podrían aplicarse más a las personas que la acusan de ello que a ella.
Elizabeth no va a alimentar la distorsión, si va a existir una distorsión en su vida será mambo de los otros, ella se conoce y se quiere y se valora, y va a ser firme. Fue firme. Lloró todo el día, puteó no tener familia alguna que se detenga un momento a analizar la situación desde su lado, o como una igual. ¿Qué hubiese sucedido si el tío pedía que la hermana de Elizabeth no lleve al novio porque aunque están en pareja hace casi dos años no es considerado familia? ¿Hubiese Elizabeth estado de acuerdo con el pedido y acusarla de egoísta si no accede? ¿Hubiesen el padre, la tía y la prima llamado a su casa a decirle que no lo lleve? ¿En respuesta, no mandaría a todos a la mierda?
Elizabeth no mandó a la mierda a nadie, pero por un momento dudó en mandarse a la mierda a sí misma. No. No permitas que los cortos te corten las piernas. Se puso el vestido y no fue bienvenida. A la hora del brindis la hermana no la saludó... ¡vaya madurez tienen los que la reprochan! El padre le pidó como siempre disculpas sin entender la gravedad de sus actos. El tío que se dice hombre fue tan poco hombre que en ningún momento dió la cara.
Elizabeth miró el cielo quemarse de ruidos, y pensó en el Abril pasado, aquel Abril en que emprendió un compromiso con su persona al empezar su tratamiento, y pensó en el Abril futuro, aquel Abril donde emprenderá un viaje y no volverá a verlos.
Si la querían invisible, invisible la tendrán.
Ellos desconocen de lo que se están perdiendo, ella conoce lo que perderá.
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