Encontrada
Hoy, Entrega nº40: "ENCONTRADA"
Después de la herida que infringió el Joven Q, Elizabeth cruzó el espejo, por momentos no entendiendo si intercambiaba lugar o simplemente se transformaba en su reflejo perdiendo su caracter de persona que existe. Tampoco sabía si le importaba. Estaba perdida. De ese lado del espejo muchos hombres aparecieron interesados en poseer a esta criatura, y Elizabeth se vio dividida entre el Joven Q y el Joven P.
¿De qué lado del espejo estaba su cuerpo y de cual su alma?
Elizabeth fue dañada en ambos lados, ambos Jovenes eran Jovenes, ninguno un Señor. No, no pienses en el Sr H ahora, él tal vez también es Joven para vos, y también pertenece al pasado. Pero no eran ellos lo que la dañaban realmente, sino que era ella responsable de que los mismos la rebanaran.
Elizabeth se quitó su anillo y lo confió al Joven P. Él lo perdió. Pidió perdón.
"Está bien" - le dijo ella - "No lo perdiste vos, fui yo, alguna parte mía lo habrá querido así, yo podría haberlo guardado en un lugar seguro o negarme a quitarmelo, y decidí - después de todo lo que me dijiste - entregártelo a vos."
Algo enorme estaba sucediendo, faltaba poco para que Elizabeth volviese a este lado del espejo, al borde de estar perdida por siempre, y de pronto, en menos de dos días creció. El primero toco fondo, y el segundo emergió.
Besó a una mujer en la mañana del segundo, y luego besó a un desconocido en la tarde. Caminó por las calles desconocidas distinta a como siempre solía sentirse. Cuando volvió a los brazos del Joven P para disfrutar sus ultimas horas en aquel lado solitario ya no era la misma del día anterior. Algo sucedió desde que perdió ese anillo, Elizabeth pensaba que ya era hora de perder y sentirse bien de haber elegido.
"Aunque no te vuelva a ver quiero que seas mi primero" Le dijo al Joven P.
La madre recibió a Elizabeth como si no la hubiese visto en muchos años.
"Hace tanto que no te veo que ya no sé quién sos" le dijo.
Elizabeth había cambiado, había crecido, madurado. Fue violento, surreal, necesario.
Elizabeth cumplirá 23 años, y no comprará dos velas rojas para encenderlas, ya no necesita ese ritual, porque su cabeza cambió.
El mundo puede que no esté listo jamás para amarla, pero ella ya no lo sufre.
Algo sucedió.
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