Sobre la serie

Effymine es una serie escrita a modo de crónica íntima. La primera temporada (existencialista) duró 22 entregas. La segunda (realista) 20. Esta página y producción es parte del BlogArte de Effýmia: effymia.blogspot.com

sábado, 19 de febrero de 2011

Episodio 14

El destino tiene un humor extraño
Yo vivía en Israel y tenía 5 años. Faltaba muy poco para que mi familia retorne a Argentina arrastrándome con ellos, y sentí una insólita debilidad en las rodilllas. Pedí a mi tía que me cargara y me llevaron a un hospital. Tuvieron que retrasar el regreso: había perdido los reflejos de las piernas y no podía caminar, mucho menos despegar. Una parte mía no se quería ir.

Hoy, Entrega nº36: "EL DESTINO TIENE UN HUMOR EXTRAÑO"

Elizabeth, ya consciente de cuán cerca estaba la fecha para volver a Israel, estaba en su trabajo cuando de pronto sintió sus rodillas volverse débiles. Este síntoma no lo había vivido desde que era pequeña, pero el cuerpo tiene memoria, y enseguida supo qué era. Se masajeó las piernas y con nostalgia saboreó la sensación de perder una parte de ella. Al día siguiente caminó debil hasta donde tuvo una reunión en la cual le informaron que por una cuestión de papeles su viaje se retrasaría. Elizabeth no se sorprendió, y volvió a caminar con firmeza.
Su primera reacción fue enojarse, y luego se deprimió en el sillón estrujándose el estómago, más luego pensó que el retrasar el viaje - aunque en apariencia fuese una mala noticia - sus consecuencias eran buenas: esto daría tiempo a que resuelva ciertas situaciones, haga un cuatrimestre más en la facultad y también viva cosas que no imagina pero necesita vivir en su propia lengua, porque aunque el hebreo es su lengua madre, el español es el lenguaje con el que encuentra placer, y supone que la misma asociación se da con los paises.
"Ch, Ch, chch" Oye Elizabeth mientras baja las escaleras del subte, esta vez camina mal pero no por sus piernas debiles, sino por sus pies lastimados, sus zapatos favoritos le lastiman. Elizabeth no es perro ni perra, así que no se da vuelta, pero percibe que el hombre que la llama la sigue y entra en el mismo vagón que ella. Se sienta cerca, muy cerca y él la saluda.
"No hace falta que te acerques tanto" dijo con calma, y recordó que el día anterior un chico en el subte se enamoró de ella y fue mutuo, solo que no se hablaron. Éste le hablo, pero no le parecía bello. Elizabeth esperaba que en cualquier momento el muchacho del día anterior hiciese su aparición y la rescate de este hombre que le preguntaba si quería algo.
"Algo?" preguntó Elizabeth desconcertada, no entendia si le estaba ofreciendo una invitación, dinero, sexo o las tres cosas en simultáneo. "No quiero nada tuyo".
"¿Estás de novia?" fue la pregunta que le siguió al rechazo. Esta pregunta a Elizabeth la sorprendió más que la anterior, y tuvo que reprimirse la risa, pues la idea de que un hombre pudiese pensar que ella fuese novia de alguien le daba gracia.

Esto fue de regreso a casa, eran más de las 6 de la mañana y los pies le sangraban, haciendo que Elizabeth caminase mal y lento. Estaba con una minifalda y un remerón que le dejaba un hombro descubierto. Más temeraria que temerosa no quería hacer otra cosa que llegar pronto a casa y dejar de hacerse daño al caminar. Se quitó los zapatos y aceleró el paso.
Las veredas de la avenida Corrientes son muy sucias, con asco sentía la mugre adherirse a la planta de sus pies. Faltaba poco y los porteros que baldeaban a primera hora parecían querer apuntar sus mangueras a ella. El semáforo la detuvo y quedó allí: parada, descalza, con los zapatos en su mano derecha, la otra mano sosteniendo su bolso para que no la golpee a cada paso, la minifalda subida de caminar tan rápido, el hombro descubierto al máximo en consecuencia de tener las manos ocupadas como para acomodárselo, y todo esto ni mas ni menos que frente a la puerta del Sr H. ¿Qué burla quiso hacerle el destino con esto?
Las rodillas volvieron a ponerse debiles de pronto, ella quería que él apareciese, no él, cualquier persona que sea noble. Nadie lo hizo. ¿Porque esperás la aparición de alguien que te rescate si no te sientís perdida?
Subió a su casa, se limpió la mugre, se desnudó y pensó lo mucho que le gustaría antes de partir poder probar el amor y ser probada.
Elizabeth, sos un chiste.


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