Sobre la serie

Effymine es una serie escrita a modo de crónica íntima. La primera temporada (existencialista) duró 22 entregas. La segunda (realista) 20. Esta página y producción es parte del BlogArte de Effýmia: effymia.blogspot.com

sábado, 12 de marzo de 2011

Episodio 16

Sirena sin voz
Una vez vi una obra donde los actores se interpretaban a sí mismos y de manera cruda compartían su dolor. El público aplaudió eufórico hasta lograr un unísono que me recordó a los aplausos de la playa cuando un niño está perdido. Yo no pude aplaudir, estaba con ellos.

Hoy, Entrega nº38: "SIRENA SIN VOZ"

¿Dónde nos habíamos quedado? Ah, sí, ese viernes por la mañana. Creo que sigo allí pero no.
Elizabeth despertó el viernes temiendo lo peor. El Joven Q aún no había aparecido aún y tampoco respondía las llamadas. Hacía dos horas que debería haber llegado. Su corazón empezó a latir cada vez más debil. El timbre sonó y de un salto Elizabeth escapó de su muerte. Era él, ¡el Joven Q había llegado!
Le abrió la puerta y lo abrazó con fuerza, empezó a llorar. Él no entendía, él no tiene noción de lo mucho que sufrió la espera. Una vez calmada le dio un beso fuerte en el rostro que meses atrás mimo con sus labios.
"¿Esto es parte de los besos que me prometiste?" preguntó él con inocente picardía "Yo quiero uno acá."
Elizabeth, si serás estúpida, ojala esa historia fuese real. El Joven Q no apareció nunca, no enfermó, ni murió ni tuvo ningún inconveniente. No fue y la razón es simple: Nadie te quiere.
Pasaron las horas, Elizabeth era un cadáver preparando una vlija. El domingo partió a la costa sintiéndose más sola que nunca: El Sr H ya no llenaba su crazón, y el Joven Q (aún informado) no hacía reparo de la gran herida.
De nunca haberse desnudado frente a nadie, Elizabeth pasó a ser expuesta en corpiño frente a cientos de personas: hombres y mujeres, miradas, burlas, deseo. Cuánto le hubiese gustado que los primeros ojos en posarse sobre su cuerpo fueran los de él.
Abandonada, Elizabeth se transformó en un objeto hueco, dispuesta a que hagan de ella lo que sea. Sonreía, complaciente, una puta virgen seductora, una perra sin hogar: cachorra vieja que nadie quiere.
Uno de muchos intentó poseerla.
"Besarnos hoy sería peligroso" le advirtió ella "no estoy bien."
Él la besó igual, por un momento ella le pertenece, siempre como objeto, nunca como persona.
Elizabeth está perdida.
Aplaudan...

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